
Van en el mismo compartimento de un tren cuatro personas: una tía buenísima y despampanante, una más bien fea y gorda, un catalán estirado que trabaja de viajante y un paisanete palentino mayorcete y con boina que va a ver a su hija a la ciudad porque ha dado a luz.
En esto que después de hora y pico coincidiendo los cuatro en el compartimento donde nadie había mediado palabra, pasa el tren por un túnel y en medio del mismo se oye una bofetada del copón y un grito de varón, pero nadie vio nada porque el vagón se quedó oscuro.
Cuando el tren sale del túnel ninguno decía nada y estaban los cuatro con cara de circunstancias, cada cual se gurdaba para sí mismo lo que pensaba y así la chica gorda y fea recapacita:
"esto ha debido de ser uno de estos dos, que aprobechando la oscuridad ha metido mano a este pivón de mi lado y a su vez ésta le ha dado un ostión"
Y la tía buena piensa:
"Pues esto no ha podido ser más que uno de estos dos, que me ha querido meter mano a mi, se ha equivocado, le ha metido mano a este bicho de aquí a mi lado y le ha dado un tortazo tremento"
Y ya el catalán con una mano marcada en la cara y con cara de mala ostia piensa resignado:
"Cullons, me cago en el palentino paleto de los cojones, que ha metido mano a esta tía buena, y la muy zorra se ha confundido y me ha dado la ostia a mi tú"
Y por fin el palentino con una cara de felicidad de la leche piensa:
"A ver si llega el próximo tunel para meter otro ostión al catalán"